Aspectos geográficos de las islasIslas argentinas del Atlántico SurInformación geográfica sobre las Islas Malvinas
Como consecuencia de esos viajes, las Malvinas quedaron registradas cartográficamente en numerosos documentos de principios del siglo XVI, como por ejemplo, el mapa de 1522 / 1523 de Pedro Reinel, el "Planisferio" de Diego Rivero de 1529 y también en el famoso "Islario general de todas las islas del mundo", del cosmógrafo español Alonso de Santa Cruz, quien en 1541 señaló "unas islas que están al oriente del puerto de San Julián... a 51 grados de altura". Las crónicas de viajes y la cartografía española de la época registraron la existencia de las islas con diversos nombres: "de los Patos", "San Antón" o "Sansón". Mucho más tardíamente, las islas noroccidentales del archipiélago se conocieron como "Sebaldes". Sin embargo, el nombre que finalmente prevaleció fue el de "Malvinas", una versión castellanizada del gentilicio francés "Malouines", asignado a los marineros del puerto bretón de Saint Maló, del cuál zarparon los primeros navegantes franceses que colonizaron las islas en 1764, bajo las órdenes de L. Bougainville. El archipiélago de las Malvinas no tiene población autóctona y se halla situado dentro del sector del mar Argentino limitado por los paralelos 50º 59' y 52º 53' sur, y los meridianos 57º 41' y 61º 27' oeste. Sus puntos extremos son: La tierra más próxima se encuentra a sólo 342,6 km del archipiélago malvinense; pues esa es la distancia entre el islote San Juan, ubicado en el extremo nordeste de la isla de los Estados; y la isla Pájaro, situada en la costa sudoeste de la isla Gran Malvina. Además, por su posición respecto del continente, la isla Soledad se encuentra atravesada por el meridiano de la ciudad de Buenos Aires y por el paralelo de la ciudad de Río Gallegos. Sólo 15 islas del archipiélago están habitadas. Además, debido al reducido número de habitantes, la lejanía de las islas de la metrópoli colonial y la escasez de recursos naturales; casi no hay actividades industriales, mineras o agrícolas; aunque están más desarrolladas la ganadería y la pesca. La población de las islas fluctúa en función de las constantes migraciones entrantes y salientes, sin estar prácticamente influenciada por las ligeras variaciones en los nacimientos y defunciones. Cabe señalar que los datos del censo del año 1980 reflejaban un total de 1.813 habitantes, de los cuales 322 vivían en la isla Gran Malvina y sus vecinas, mientras que 1.491 personas habitaban la isla Soledad y sus adyacentes. Así, la población total de las islas representaba el 0,006 % de la población total de la República Argentina. La localidad principal del archipiélago, Puerto Argentino, es la única que posee funciones urbanas y se halla al sur de la península Freycinet de la isla Soledad; a 784 km de Río Gallegos, a 547 km de la Isla de los Estados y a 12.678 km de Londres. Los principales edificios de Puerto Argentino se ubican en la costanera Ross (cf. mapas de Puerto Argentino y alrededores). Las casas generalmente están construidas en madera, chapa, mampostería o piedra local, con coloridos techos a dos aguas, uno o dos pisos, porches delanteros y una pequeña galería protegida por vidrios, que sirve de invernadero. |
Isla San José | 270 km² |
Isla Trinidad | 120 km² |
Isla de Borbón | 100 km² |
Isla Bougainville | 60 km² |
Isla Águila | 55 km² |
Isla San Rafael | 50 km² |
Según la misma fuente, además hay 9 islas que cubren superficies comprendidas entre 20 y 45 km²; y existen 3 islas que ocupan entre 7 y 18 km².
También merece mencionarse la pequeña isla "satélite" de Beauchêne; que por tener sólo 1,5 km² y encontrarse a 49 km al sur de las islas de los Leones Marinos, no suele ser representada en numerosos mapas del archipiélago.
Rasgos geológicos
Las Islas Malvinas constituyen una porción emergida de la plataforma continental argentina; la cual apenas llega a los 150 m de profundidad y enlaza las islas con la Patagonia.
Al este del archipiélago se encuentra el talud continental, el que rápidamente se hunde a más de 1.000 m de profundidad.
Esta ubicación de las islas dentro de la plataforma continental argentina, hace que las Malvinas tengan una evidente continuidad geográfica con el continente sudamericano, al que pertenecen como una dependencia insular comparable a la Isla de los Estados o a Tierra del Fuego.
Los estudios aceptados por la comunidad científica internacional indican que tras la fragmentación del continente de Gondwana que dio lugar a la apertura del Atlántico Sur (cf. teoría de Wegener), la placa sudamericana comenzó a desplazarse hacia el oeste, produciéndose algunos desprendimientos de la corteza terrestre que fueron quedando atrasados en su movimiento y habrían dado origen a este archipiélago austral.
Por ello la geología de las Islas Malvinas está estrechamente unida a la de la Patagonia, aunque tiene algunas particularidades regionales como la falta de algunos terrenos antiguos. La mayoría pertenecen al período paleozoico medio y superior, mesozoico y cenozoico.
Sobre el duro basamento precámbrico, sólo visible en cabo Belgrano, aparece una poderosa cobertura de sedimentos que van del devónico al pérmico, faltando el silúrico y el cámbrico. Tampoco hay del jurásico al terciario, siendo los cuaternarios de poca significación.
Del periodo cuaternario o neoglacial, pueden señalarse las capas de turbas, suelos vegetales y médanos, además de una característica geológica típica de las Malvinas, llamada "río de piedra", que se describirá mas adelante.
En el periodo postglacial, las islas se sumergieron de 69 a 117 metros y luego emergieron en forma continuada hasta nuestros días. La glaciación más suave de las Malvinas fue casi una subglaciación y las islas nunca habrían alcanzado a estar bien cubiertas por el hielo.
Relieve
El relieve de las islas tiene una similitud de origen con el de la Patagonia extraandina. La superficie es generalmente accidentada con asomos rocosos, excepto en la parte sur de la isla Soledad, que es más llana. En las demás regiones, el paisaje ofrece formas colinosas de suaves ondulaciones y de color amarillo-verdoso, de las que emergen algunas serranías fuertemente erosionadas y de modestas alturas.
La cadena orográfica más extensa y continua del archipiélago es la de las Alturas Rivadavia, que se extienden desde la región oeste de la isla Soledad hasta las vecindades de Puerto Argentino, donde se emplazan una serie de cerros que enmarcan la localidad y cuyas alturas rondan los 300 m.
Las zonas mas elevadas se encuentran en la mitad mas septentrional de las dos islas principales. Así en la isla Soledad se encuentra el cerro Alberdi de 705 m, que es el punto culminante del archipiélago, y también se halla el cerro Rivadavia de 627 m sobre el nivel del mar; en tanto que en la isla Gran Malvina las mayores altitudes corresponden a los montes Independencia de 700 m, Robinson de 686 m y María de 658 m.
En las restantes islas, las elevaciones son menores, ya que sólo en la isla Trinidad superan escasamente los 400 m sobre el nivel del mar, como se ve en el siguiente cuadro, que presenta las alturas máximas de otras islas relevantes:
Isla San José | 381 m |
Isla Trinidad | 424 m |
Isla de Borbón | 279 m |
Isla Bougainville | 46 m |
Isla Águila | 45 m |
Isla San Rafael | 229 m |
Por otro lado, la porción austral de la isla Soledad, situada al sur del istmo que contiene al poblado de Darwin, resulta tan baja que desde el mar apenas puede ser vista a 9 km de distancia, formando la zona más llana de las Malvinas. En dicha región se asienta una enorme estancia llamada Lafonia y su punto mas elevado sólo alcanza los 88 m de altura.
En la mayoría de las islas se encuentran grandes depósitos naturales de turba, que es una mezcla de tierra, carbón, restos fósiles y vegetales; que luego de ser cortada y secada, sirve como combustible para cocinar y calefaccionar ambientes.
El espesor de la capa de turba es de 0,5 m a 2 m, pudiendo alcanzar los 5 m de profundidad. Por otro lado, su valor calorífico es de 2.000 cal. con un 28 % de humedad.
Un accidente geográfico característico de las Malvinas son los extraños "ríos de piedras", que son verdaderos cauces de ríos secos, llenos de diversos materiales de acarreo de tamaño variable, desde guijarros hasta grandes piedras angulosas dispuestas al azar.
Tales acarreos pueden alcanzar los 1.500 m de ancho, y han debido acumularse en otras condiciones climáticas, con mayores caudales de agua.
Algunos "ríos de piedras" tienen una verdadera red de afluentes, como un sistema fluvial auténtico; y en ciertos casos, debajo de la masa de rocas se oye el rumor del agua de un arroyo invisible.
Estos accidentes geográficos dificultan la transitabilidad del terreno, haciendo que la marcha se torne lenta y trabajosa. Además, el cruce de dichos cauces siempre conlleva la posibilidad de un accidente e insume mucho tiempo.
El río de piedras más importante es el Darwin, que fuera visitado en el siglo XIX por el famoso científico del mismo nombre, y tiene una extensión de 4 km de largo por 500 m de ancho.
Finalmente cabe destacar que no hay evidencia de que las Islas Malvinas contengan minerales metalíferos de significación económica, cuyo valor justifique su explotación comercial.
Costas
Las islas se encuentran atravesadas por la corriente marina de las Malvinas, que es una enorme masa líquida en movimiento que lleva las frías aguas subantárticas hacia el norte.
El mar que baña las costas malvinenses se presenta habitualmente moderado o grueso como consecuencia de los vientos que azotan la zona, y alcanza temperaturas que varían entre los 3 ºC y los 10 ºC, según la época del año. Sólo excepcionalmente se acercan hielos flotantes a las costas de las Malvinas, los que suelen quedar varados en el mar aledaño escasamente profundo.
Como resultado de la erosión y el hundimiento de antiguos valles fluviales invadidos por el mar, las costas son muy dentadas, con profundas entradas y desprendimientos en todas las direcciones, dando lugar a un notable desarrollo ribereño. Así, la isla Soledad tiene 1.669 km de costas, la Gran Malvina posee 1.259 km, mientras que la isla San José alcanza los 176 km.
Los contornos de todas las islas presentan infinidad de entradas y cortaduras, con paredes poco elevadas que caen suavemente sobre el mar, dando lugar a numerosos puertos naturales y estrechos que establecen la separación entre las islas del archipiélago.
El más importante de éstos es el estrecho de San Carlos, y perpendicularmente al mismo se presentan otras depresiones menores que penetran en forma profunda en las islas mayores. Así, en la mitad de la isla Soledad se encuentra el seno Choiseul que, junto a la caleta Brenton de la bahía de Ruíz Puente, divide a la isla en dos porciones unidas por un delgado istmo de 3 km, en el que se emplazan los poblados de Darwin y Pradera del Ganso.
Gran parte de las caletas y ensenadas están bloqueadas por densos bancos de cachiyuyos (algas marinas grandes y duras), que dificultan la navegación y el acceso a los puertos o refugios naturales de las islas. Dichas algas también arraigan entre las rocas y su presencia indica la existencia de bajíos peligrosos para las embarcaciones.
La abundancia de estos cachiyuyos, denominados "kelp" en inglés, ha dado origen el gentilicio "kelper", utilizado por los británicos para referirse a los pobladores de las islas.
Hidrografía
Los valles de las islas carecen prácticamente de cursos fluviales de envergadura. No cuentan con ríos verdaderos, y sólo se observan modestos arroyos y corrientes intermitentes que desembocan en el mar luego de trayectos cortos.
Los cursos de agua más relevantes son el Blackburn y el Chartres en la isla Gran Malvina; y San Carlos, Pedro y Fitzroy que se hallan en la isla Soledad.
Cabe señalar que el relieve representado por las Alturas Rivadavia actúa como divisoria de aguas de la zona centro-norte de la isla Soledad.
Por otro lado, en las Malvinas hay una gran cantidad de aguas estancadas, en correspondencia con la naturaleza impermeable de los suelos, la cantidad de precipitaciones y una evaporación relativamente escasa.
Depósitos acuíferos superficiales ocupan las regiones más deprimidas del interior, formando pantanos o pequeños lagos de poca profundidad, entre los que se destacan el lago Sulivan situado en las cercanías del monte del mismo nombre en la isla Gran Malvina, y las lagunas Paloma, Lorenzo e Isla que se encuentran en la isla Soledad.
Clima
La influencia marítima atempera el rigor de la latitud, y las precipitaciones suficientes, pero no excesivas, permiten que prospere la cría de lanares, que sostiene gran parte de la economía de las islas.
En general, el clima del archipiélago resulta bastante uniforme en toda su extensión, siendo más húmedo que el de la Patagonia, pues supera habitualmente el 80 % de humedad relativa. En Puerto Argentino las lluvias alcanzan los 685 milímetros anuales y las precipitaciones ocurren principalmente en forma de una tenue llovizna, con una frecuencia de 20 días al mes y sin que exista una estación seca definida.
La masa marítima circundante impide que ocurran grandes oscilaciones térmicas en las islas, con un clima que carece de calor estival y que presenta inviernos moderados. En la estación de Puerto Argentino, la temperatura media anual es de unos 6 ºC, con promedios de 10 ºC en febrero y 3 ºC en julio.
Por su parte, la presión media anual es de 1.002,6 hPa al nivel del mar.
El cielo, como el de la Patagonia, se presenta casi siempre nublado, dando marco a un clima subantártico y oceánico. El archipiélago se cubre de intensas nieblas durante 54 días al año en promedio. En invierno nieva durante unos 10 días al mes; mientras que en verano ocurre muy raramente.
Los vientos predominantes son del cuadrante oeste, con una intensidad media de 25 km/h. A lo largo del año hay un 10 % de temporales con vientos de 70 km/h ó más, en tanto que los días de vientos calmos sólo representan el 1 % del total.
Por otro lado, al ir avanzando la época fría del año, se produce una notable reducción de las horas diurnas en estas latitudes, como se desprende del siguiente cuadro correspondiente a la localidad de Puerto Argentino:
Fecha | Hora de salida del sol | Hora de puesta del sol | Duración del día | Duración de la noche |
hh:mm | hh:mm | hh:mm | hh:mm | |
1 de abril | 07:12 | 18:37 | 11:25 | 12:35 |
15 de abril | 07:36 | 18:06 | 10:30 | 13:30 |
1 de mayo | 08:02 | 17:34 | 09:32 | 14:28 |
15 de mayo | 08:24 | 17:11 | 08:47 | 15:13 |
1 de junio | 08:46 | 16:52 | 08:06 | 15:54 |
15 de junio | 08:57 | 16:47 | 07:50 | 16:10 |
Cabe aclarar que los horarios indicados están referidos a la hora oficial argentina (huso de 3 horas al oeste de Greenwich).
Por su parte, la luz de la luna es poco significativa, debido a la nubosidad frecuente e intensa en estas regiones.
Flora
El clima frío-ventoso del archipiélago impide que las Malvinas dispongan de vegetación arbórea autóctona, como las mesetas patagónicas. Sólo existen algunos árboles plantados en los cascos de las estancias, para lograr una protección contra los fuertes vientos de la zona.
La región es notablemente pobre en plantas con flor. Una estepa herbácea, parecida a la de Tierra del Fuego, cubre uniformemente los relieves. Matorrales de cortaderas y cojines de yaretas ocupan las hendiduras de las rocas y las planicies están salpicadas de turberas y mallines que también son frecuentes en la Patagonia. Además, en los tramos costeros o en las áreas pantanosas se encuentran algunos arbustos.
Una planta característica de las Malvinas es el pasto tussock (poa flabellata / paradiochloa flabellata) que crece en zonas costeras, brinda refugio a decenas de especies animales y cuyos ejemplares más grandes superan los 2 m de altura.
Pero, desde la importación de ganado han ido desapareciendo las matas de estas gramíneas gigantes, que actualmente sólo se encuentran en regiones apartadas.
Durante el verano, los campos se tornan muy secos, y como la vegetación que los cubre es inflamable, a veces se producen grandes incendios que demoran muchos días en extinguirse, por la presencia de los depósitos de turba.
Las tierras malvinenses se utilizan principalmente para pasturas. No se desarrollan cultivos agrícolas; salvo en las vecindades inmediatas de las estancias y centros poblados, donde existen pequeñas huertas con papas, avena y cebada.
Líquenes en las zonas rocosas y una rica variedad de algas en su plataforma submarina integran también la flora natural de las islas. El extraordinario desarrollo de las grandes algas marinas citadas (macrocystis) resulta aprovechable para la producción de alginatos.
Fauna
Una extraordinaria vida silvestre habita en las costas de las Malvinas y sus aguas cercanas, lo que sumado a la ausencia de polución ambiental, hacen de las islas un verdadero paraíso natural y uno de los mejores sitios de América para la observación de la fauna, que es abundante y demuestra una mansedumbre inusual.
En el litoral de las islas abundan los mamíferos marinos: focas, leopardos de mar, lobos, leones y elefantes marinos. Sin embargo, los cetáceos, antes numerosos en las aguas malvinenses, han desaparecido de sus vecindades, exterminados o auyentados hacia el remoto sur.
Los mamíferos marinos y las aves migratorias proceden del continente antártico, utilizando a las islas como un descanso en sus viajes, y arribando a las playas malvinenses entre octubre y marzo.
Gran diversidad de aves caracterizan la fauna malvinense, con más de 60 especies, como avutardas, caranchos, golondrinas, cormoranes, gansos, patos, perdices y pingüinos, que anidan en las islas y se estacionan en las costas y rocas más próximas.
Entre ellas, merece destacarse el curioso pato vapor de las Malvinas (tachyeres brachypterus) que es endémico y no vuela, pero mediante aleteos rápidos a manera de remos, se mueve sobre el agua produciendo un sonido semejante al de un motor en marcha.
Las aves depredadoras de las islas son el págalo pardo de las Malvinas (catharacta antarctica) que también se conoce como skúa grande; y el carancho negro austral (phalcoboenus australis), que fue incluido en una ordenanza de destrucción de aves de rapiña del gobierno colonial, que casi lo llevó al exterminio.
En el verano se encuentran apreciables cantidades de peces en las proximidades de la costa, destacándose el calamar, la merluza y la polaca como las especies de altura más significativas. Asimismo es posible recoger excelentes truchas en los lagos.
Abundan también las almejas y las ostras, hay decenas de especies de moluscos endémicos de las Malvinas; además de la importante presencia de krill, que es un pequeño crustáceo rico en proteinas que ha prosperado ante la disminución de las ballenas que lo consumían.
La fauna terrestre de las Malvinas ha sido profundamente modificada y todas las especies mayores han sido intensamente perseguidas.
En estos tiempos quedan pocos ejemplares de los animales terrestres salvajes que poblaban las islas: el jabalí, el zorro y la liebre. Tampoco se encuentran reptiles ni anfibios.
Cabe señalar que este archipiélago contó con un mamífero autóctono, el zorro de las Malvinas (dusicyon australis) que habría llegado a las islas en tiempos pretéritos, cuando las mismas estaban unidas a la Patagonia. Sin embargo, este cuadrúpedo lamentablemente hoy está extinguido.
Era un animal de aspecto intermedio entre el lobo y el zorro, más bajo que el primero porque sus patas eran más cortas y más corpulento que el segundo. La cola era más larga y peluda que la del lobo. Fue perseguido sin piedad por las autoridades coloniales, que afirmaban que causaba estragos entre las ovejas; y hacia 1873-76 parece haber sido muerto el último ejemplar de zorro de las Malvinas, del que sólo quedan una decena de especímenes dispersos en museos de todo el mundo.
Por otro lado, las actividades ganaderas se concentran en la cría de ovejas, con cerca de 800.000 cabezas. En 1982, dicha actividad proveía la base de alimentación de los malvinenses y era el sostén económico del archipiélago.
Influencia del terreno y el clima en las operaciones bélicas
En las acciones desarrolladas en las Islas Malvinas en 1982, la natural intransibilidad del terreno, las pocas horas de luz del invierno en esas latitudes y las nieblas agravadas por las lluvias fueron factores determinantes en las operaciones bélicas, influyendo en las tácticas empleadas e incluso condicionando la estrategia operacional.
Durante el transcurso del Conflicto del Atlántico Sur, los beligerantes se encontraron con que todo estaba "cerca" en términos de distancias geográficas directas (cf. ubicaciones y distancias mas importantes), pero todo se hallaba "lejos" por lo dificultoso del tránsito por su territorio, especialmente cuando se producían las abundantes precipitaciones que frecuentemente caían sobre las islas.
Las denominadas "huellas" eran malas; y apartarse de ellas conducía a hundirse en una turba blanda y pegajosa, que siempre permanecía húmeda.
Los "ríos de piedras" y las rocas que afloraban en los senderos, dificultaban las marchas y generaban diversas roturas en los vehículos militares. Los movimientos de la infantería se hacían penosos, sobre todo a campo traviesa, obligando al uso de helicópteros para el traslado de su equipo pesado. Asimismo, la dificultad de los desplazamientos afectaba en gran medida el abastecimiento fluído de municiones y víveres; obstaculizando también los cambios de posiciones de la artillería de campaña.
Cuando se intentaba cavar una trinchera, se producía el inmediato surgimiento de agua; que sumado al accionar de las lluvias, hacían que las posiciones estuviesen frecuentemente inundadas.
Esto entorpecía la estadía prolongada de la tropa, que vivía continuamente mojada, obligando a una mayor dedicación a la higiene y reposición de equipo.
La humedad reinante y el intenso frío, redujeron sensiblemente el rendimiento de los armamentos y equipos de combate.
Las armas de apoyo, los morteros en especial, no podían recurrir al uso de posiciones cavadas en el terreno para proteger a su personal del fuego enemigo, por la presencia de napas a poca profundidad. Además, la poca consistencia de la turba hacía que la placa base del mortero se enterrase luego de los primeros disparos.
La vegetación esteparia no ofrecía cubiertas y entorpecía la maniobra de aquellos soldados que no contaban con un adecuado apoyo aéreo y de fuego. Asimismo el intenso viento y las nevadas intermitentes obligaron a mayores sacrificios por las bajas temperaturas a soportar y por las dificultades que sumaban a las tareas de enmascaramiento, cambio o construcción de posiciones.
La infinidad de entradas y cortaduras de las costas malvinenses ofrecían una gran cantidad de cubiertas para el ocultamiento de buques de distinto tipo, y dificultaban las acciones para impedir los desembarcos de tropas y abastecimientos.
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