Sección histórica


 
Foto del ARA Bahía Buen Suceso en el Apostadero Naval Malvinas
El ARA Bahía Buen Suceso en el Apostadero Naval Malvinas

 

La situación en las Malvinas en 1982 y la reconquista del archipiélago

Para brindar un panorama del ambiente imperante en Puerto Argentino al comienzo de las operaciones bélicas y ofrecer algunos detalles del desembarco argentino, a continuación se presenta el relato del capitán de fragata Adolfo A. Gaffoglio, que describe sus actividades en esos cruciales días; conforme lo publicado en el libro Operación Rosario de Carlos A. Büsser, pero con algunas ligeras modificaciones para facilitar su lectura.


Introducción

Yo ya conocía Malvinas. Al 2 de abril de 1982 habían transcurrido casi tres años desde la primera vez que pisé el archipiélago. Fue a comienzos del año 1980 y en cumplimiento de mis funciones de Representante de la Armada ante el Gobierno de Ocupación. Mi tarea consistía en viajar periódicamente a Puerto Argentino previo a la llegada de los transportes ARA Bahía Buen Suceso, ARA Isla de los Estados o Cabo San Pío, para gestionar ante la monopólica Falkland Islands Company, la reserva de muelle, provisión de remolcadores, estibadores, entrega de remitos de carga, pago de gastos de estadía y cobro de fletes.

Esta actividad me permitió entrevistarme a menudo con los integrantes del gobierno colonial y otras personas de la comunidad, durante mi permanencia en el archipiélago.
Asimismo conocí mucha gente entre los pobladores locales debido al hecho que, Transportes Navales quería favorecer el transporte y venta de productos comerciales argentinos en las Islas, tales como madera (que era muy solicitada), frutas, forrajes, etc. En estas funciones, yo recibía y encaminaba asiduamente encargos comerciales y particulares.

La sociedad malvinense en 1982

Debo acotar que esta población, denominada "Kelpers" e identificada como los nativos nacidos en Malvinas, celosos de su ancestro británico y condicionantes de la política exterior británica antiargentina, no existen como tales.
La estructura social de Malvinas está netamente dividida en fracciones resentidas entre ellas. Plena (pese a su reducido número), de intrigas, secretos y donde es muy intenso el espíritu partidista. Se evidencian claramente tres capas.

La primera, constituida por los funcionarios del Gobierno y la Compañía, alcanzan un número cercano a las cien personas, casi todas de nacionalidad británica y son rotados cada dos o tres años hacia otras colonias. Sólo ellos tienen acceso, junto con algunos malvinenses influyentes, al exclusivo Colony Club.

La segunda está formada por los comerciantes, también de la misma nacionalidad, pero afincados por sus intereses y vínculos familiares al archipiélago, los que enriquecidos últimamente con el turismo argentino, son los únicos con solvencia económica para ausentarse periódicamente a la metrópoli.

Y luego la gran mayoría de la población, nativa de las islas, ignorante del mundo y de todo lo que no sea el micro ambiente que los rodea. Subvencionados en sus necesidades mínimas por el gobierno colonial, su vida social se reduce a reunirse algunas horas diarias en algún "pub", si es que esos galpones donde se expende cerveza pueden denominarse así, y luego después de las 22:00 horas, recluirse en sus casas hasta el otro día. Esa parte de la población numéricamente importante, no tiene información real y suficiente como para efectuar un juicio de valor o poder discernir sobre situaciones de interés específico para ellos.

Por dichas razones los activistas británicos de la Compañía, siguiendo directivas de Londres, les interpretan la política, y luego en reuniones en el Town Hall les ordenan el temperamento a seguir.
Este comportamiento primario lo observé en ocasión de la visita del Ministro Nichols Ridley a Puerto Argentino, quién viajó para proponer la posibilidad de una cesión de soberanía hacia nuestro país y luego un arriendo a Gran Bretaña por un determinado lapso. Este funcionario fue a explicar a la población, esta posibilidad.
Los activistas de la Compañía y del Falkland Islands Commitee, reunieron a la población, que no sabía en qué consistía la propuesta, y le comunicaron cuál debía ser la actitud que ellos debían tomar y los proveyeron de carteles y banderas. En resumen, escucharon al Ministro sin exteriorizar nada, pero luego al recibir la orden, se opusieron y hasta abuchearon a Ridley.

En Malvinas todo es manejado por los integrantes de esa minoría, quienes se sienten superiores y dejan traslucir en todo momento un aire de soberbia y arrogancia sobre estos ciudadanos de segunda, que son los "Kelpers".

Uno de ellos me decía "no se equivoque, aquí en Malvinas, los habitantes primero detestamos a los argentinos, a quienes no conocemos, pero inmediatamente después, el segundo lugar en nuestro odio lo ocupan los ingleses, a quienes conocemos". El único consuelo que le queda a estos isleños marginados es ser a su vez soberbios con aquel que no es blanco. Me explicaba un malvinense: nosotros no toleramos a la gente de piel "brown" (marrón), señalando a un inmigrante chileno.

Toda esa historia que ha dado la vuelta al mundo, sobre la determinación de los Kelpers es falsa e inventada por los británicos para justificar su política internacional antiargentina.

Hasta el número de pobladores obtenidos en el último censo de 1980 es tendencioso. La cantidad de 1813 habitantes está integrada por argentinos, australianos, canadienses, chilenos, alemanes, neozelandeses, sudafricanos, norteamericanos y uruguayos predominantemente; además de nativos de Colombia, Singapur, China, Chipre, Dinamarca, Egipto, Francia, Grecia, Hong Kong, Irlanda, Polonia, Seychelles, Suiza, Tanzania, Uganda, Yugoslavia, además de los británicos e isleños; pues para arribar a ese número han debido censar hasta a los tripulantes de buques que estaban ocasionalmente en puerto y a los turistas en tránsito alojados en el hotel.
A ese mosaico de nacionalidades, procedentes de todos los lugares del mundo, hasta de los más apartados, pretenden los británicos conferirle derecho de nacionalidad, para legalizar la usurpación de una parte de nuestro territorio.
 

Foto de una calle de Puerto Argentino (Islas Malvinas) - Fuente: Adolfo Gaffoglio
Vista de una calle de Puerto Argentino - Isla Soledad
Fuente: Adolfo Gaffoglio

Los isleños comienzan a inquietarse

En cumplimiento de esas actividades de Representante de la Armada, el 4 de febrero de 1982 viajé a Puerto Argentino, en donde permanecí hasta fin de mes.
Al mes siguiente, el día 4 de marzo viajé nuevamente a Malvinas en virtud de que el Isla de los Estados arribaría a fines de marzo. En esa oportunidad encontré un clima de aparente tranquilidad, pero evidenciando unos primeros síntomas de inestabilidad si se lo compara con mi estadía de febrero de 1982. Esto al parecer estaba motivado por:

A) Publicaciones de diarios y revistas argentinas sobre una posible acción militar por parte de nuestro país.
B) La actitud "dura" por parte de la Argentina en la ronda de conversaciones de Nueva York, y el comunicado del Palacio San Martín del 1º de marzo advirtiendo sobre lo peligroso de la intransigencia británica.
C) El aterrizaje de emergencia efectuado en el aeropuerto de Cabo San Felipe el 7 de marzo de 1982 por un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, justificado por una pérdida de combustible, y que una vez subsanada la avería decoló de regreso a Río Gallegos. La razón de ser de este aterrizaje provocó profundas suspicacias dentro de la población, que lo asoció con preparativos para ulteriores acciones militares.
D) La actitud del Obispo Católico Monseñor Daniel Spraggon que ese mismo día durante la misa dominical en la Iglesia de Santa María, manifestó que "la Marina Argentina se está preparando para invadir las Islas", ocasionando inquietud entre sus fieles. Monseñor Spraggon había regresado recientemente de atenderse en un instituto médico de Buenos Aires.

En Puerto Argentino se encontraba en esos días, procedente de la embajada británica en Buenos Aires, el Primer secretario Michael Hickson, quién por ser miembro de la Comisión Consultiva Especial, tenía amplia vinculación con el gobierno colonial.

La oportunidad de su viaje no me pareció casual. Días más tarde tuve la certeza de que probablemente tenía por misión informar detalladamente al Gobernador Hunt sobre los preparativos que la Empresa Georgias del Sur S.A., perteneciente a Constantino Davidoff, estaba efectuando para trasladar operarios al Puerto de Leith a fin de desmantelar las instalaciones balleneras allí existentes. Para el traslado del personal y material, Davidoff había charteado al Servicio de Transportes Navales el ARA Bahía Buen Suceso, previo conocimiento de la Embajada Británica en Buenas Aires.

Mis sospechas comenzaron a confirmarse cuando el Secretario del gobernador Growcott, me detuvo en la calle en Puerto Argentino para presentarme a Hickson e invitarme a un cocktail en su casa con motivo de la llegada de éste. Presumí que estaban buscando obtener información.

La citada reunión social se efectuó el miércoles 10 de marzo de 1982 y estaban presentes además del Gobernador Hunt, su señora Mavis, el Secretario colonial Baker y la casi totalidad de la cúpula dirigente del Falkland Islands Commitee, encabezada por su presidenta Velma Malcom. El comité es un organismo encargado de ejercer presión sobre el gobierno británico en contra de la Argentina y se identifica con el lema "Keep the Falklands British". Además estaban presentes el Comandante del Cuerpo de Milicias (Falkland Defence Force) y el del Destacamento de Infantes de Marina Británica 8901 Mayor Gary Noot.

Previamente a la reunión hablé con un malvinense para que obtuviera algunas fotografías de los concurrentes, pero fue imposible hacerlo ya que los integrantes del Comité expresaron terminantemente que no querían ser fotografiados.

Al promediar la misma el Gobernador Hunt se me acercó a conversar, y luego de temas de interés general, de acuerdo a lo que yo presumía, "fue al grano": ¿Capitán Gaffoglio donde está en estos momentos el Sr. Constantino Davidoff?.

Le contesté que ignoraba quién era esa persona. Insistió preguntándome "Viene navegando en el Transporte ARA Bahía Buen Suceso ¿no es así?".

"Mire Gobernador, lo ignoro, hasta mi salida de Buenos Aires no tuve conocimiento de lo que usted me informa, además no sé quién es esa persona", le contesté.

Me explicó entonces que Davidoff era un comerciante argentino que había obtenido la opción de compra, de la empresa escocesa Christian Salvesen, de las instalaciones balleneras en los puertos de Leith, Stromness y Husvik en las Georgias del Sur.

Le pregunté entonces "¿y por que me pregunta usted por él?".

Contestándome: "Porque los franceses del Yacht Isatis nos han informado que el rompehielos argentino Almirante Irízar estuvo en Stromness y Leith, y en él viajó Davidoff el mes de diciembre pasado, desembarcando en Georgias sin mi autorización. ¿Usted sabe si viene en este próximo viaje del Transporte?".

Le reiteré mi desconocimiento, y el Gobernador agregó: "Quiero que usted sepa Capitán Gaffoglio que he dado orden al Jefe de Policía señor Lamb, que si viene acá, lo detenga y encarcele, y lo mismo le ordené al capitán del buque de patrulla Forrest, señor Jack Sollis".

Esta conversación me confirmó la inquietud de los británicos por el viaje de los operarios de la Empresa Georgias del Sur. Asocié entonces esto con lo detenida y minuciosa que fue la revisación del equipaje en el aeropuerto cuando arribé. El Jefe de Aduana Less Halliday efectuó personalmente el chequeo.
Asimismo me llamó la atención el hecho que el oficial de inmigración tuviese una lista con semblanzas de todos los pasajeros, probablemente facilitada por la Embajada Inglesa en Buenos Aires.

En la reunión, el Primer secretario Hickson evidenciaba tener mucha información y dialogaba con los integrantes del Comité que se encontraban muy serios y preocupados (Más adelante se confirmó que Davidoff había solicitado permiso e informado de su viaje a la Embajada el 9 de marzo).
La esposa del gobernador, como sucedía habitualmente, había bebido en exceso por lo que no entendía claramente sus palabras.
 

Telefoto del ARA Bahía Buen Suceso en la isla San Pedro (Georgias del Sur) - Fuente: Robert Banner
El ARA Bahía Buen Suceso en Puerto Leith - Marzo de 1982
Fuente: Robert Banner

Al día siguiente, 11 de marzo, el Obispo Católico Monseñor Daniel Spraggon me invitó conjuntamente con mi señora a su residencia. Me llamó mucho la atención esta invitación, dado que este gesto no lo había tenido durante los dos años que nos habíamos tratado. Me dejó la impresión de que pretendía obtener información. Es de destacar que alcanzó el grado de Mayor del Ejército Británico (Capellán Militar) y fue condecorado por la Reina con la Orden del Imperio Británico (M.B.E.) que ostenta muy orgullosamente. Es por otra parte decididamente antiargentino, lo que no era obstáculo para obtener de nuestro país toda clase de ayuda económica, que gestionaba personalmente.

La posible invasión argentina era un tema cotidiano en la población, la cual se hacía eco de los diversos comentarios al respecto y de algunas publicaciones periodísticas. En las habituales tazas de té en casa de isleños, yo intervenía en las conversaciones sobre el tema, lo que me permitía apreciar que la gente veía como más seria esta amenaza. Sin embargo el representante del Comité en Londres y Director de la Oficina de Malvinas, Comodoro Brian Frow le manifestó al Comité local que "las amenazas militares argentinas son consideradas como propaganda y que el Ministerio de Relaciones Exteriores Británico se negaba a efectuar comentarios". Recuerdo que en una de esas reuniones, una isleña me decía: "Todos están atentos por si divisan alguna amenaza proveniente del mar y piensan también hay que observar el cielo, pues pueden invadirnos con paracaidistas".

El 16 de marzo arribó el vuelo semanal de LADE y no regresó su representante, el Vicecomodoro Roberto Gamen, comunicándose que regresaría en un "vuelo especial" el día miércoles 17. Por supuesto que esto avivó las inquietudes y comentarios entre la población, habida cuenta de la resistencia del gobierno colonial a autorizar el aterrizaje de otras aeronaves argentinas que no fueran las de línea.

El 17 de marzo, ante el aviso de la llegada del citado avión de la Fuerza Aérea Argentina, en el Aeropuerto se agrupó un llamativo "comité de recepción" formado por varios vehículos de marines los que portaban máquinas fotográficas con teleobjetivo, la policía, la aduana y apreciable cantidad de curiosos.

El avión sobrevoló la ciudad y luego se alejó avisando que volvía a Río Gallegos, por problemas de presurización. En esos momentos Puerto Argentino se encontraba cubierta de nubes, y todo les hizo presumir que la misión del avión era tomar fotografías. Todo ello aumentó la tensión y desconfianzas entre los pobladores, por el citado vuelo especial.
Ese mismo día zarpó el John Biscoe hacia Montevideo.

Por la tarde los marines del año 1981 festejaron ruidosamente en los pubs "Victory" y "Globe" la finalización de su año en Malvinas y su próximo "regreso a la civilización" en el buque de patrulla Endurance de la Armada Inglesa, que estaba próximo a arribar. Esa noche un suboficial inglés le confidenció al dueño del "Victory" Sr. Reynaldo Reid: "Los argentinos están preparando algo".

El viernes 19 de marzo, alrededor de las 14:00 horas arribó el HMS Endurance, el que fondeó frente a la ciudad, registrándose una intensa actividad de los helipcópteros Wasp entre el buque y el cuartel, para desembarcar al grupo de marines que regresaban de la campaña antártica.
A las 16:00 horas, sin preaviso y sin espectadores, aterrizó el avión de la Fuerza Aérea Argentina, que traía de regreso al Vicecomodoro Gamen. Yo me encontraba regresando a pie a Puerto Argentino y pude observar cómo la policía y los marines, alertados por la Torre de Control del Aeropuerto, se desplazaban desde la ciudad a toda velocidad, para tratar de controlar la aeronave, lo que no pudieron conseguir dado que ésta despegó de inmediato. Inclusive el funcionario de inmigración, que intentó abrir la puerta del avión, quedó desairado.

Todo esto empezó a tomar estado público hacia el atardecer del viernes 18, incrementándose los comentarios en la población. El señor Joe Booths me relató asimismo que el pasado 11 de marzo se había avistado un avión Hércules C-130 de la F.A.A. que sobrevoló Georgias del Sur a poca altura sobre la isla Pájaro hasta la bahía Cabeza de Ternero, donde se encontraban el grupo de científicos y el de filmación de la hija de Lord Buxton, Cinthia Buxton, y su "amiga" Annie Price.

La tensión en Malvinas se incrementa

El sábado 20 de marzo amaneció cubierto y lluvioso con un fuerte temporal del oeste que azotó a Puerto Argentino durante todo el día. Mientras que el Endurance permaneció fondeado.
Una de sus lanchas, la
James Caird, tuvo una avería en su máquina quedando al garete, y arrastrada por intenso viento, quedó varada en la playa del cementerio, de donde pudieron rescatar a su tripulación.
La embarcación, por la fuerte tormenta no pudo ser reembarcada y quedó en el muelle de la gobernación. Dos semanas después, al desembarcar el 2 de abril, tomé posesión de la citada lancha, que nuestros hombres repararon y la que nos prestó mucha utilidad durante toda la guerra.

Por la tarde empezaron a recibirse los primeros rumores de presencia argentina en Georgias del Sur.
El Comité Antiargentino se mantuvo muy activo, efectuando reuniones en todo momento. Podríamos decir que estaba en situación de alerta desde antes del incidente. A la noche concurrí a una reunión popular en el Town Hall, las que por su características siempre despertaban curiosidad.
Me llamó la atención la ausencia de marines, los que por otra parte estaban de festejo con motivo de su regreso a Londres.

Allí me enteré que los marines habían sido convocados de urgencia al Cuartel de Moody Brook, lo que todos asociaban con el desembarco de operarios argentinos en Georgias.
Al comenzar las habituales escenas de pugilato entre los kelpers embriagados, me retiré hacia el hotel, y me llamó la atención ver un grupo de activistas, reunidos frente a la oficina de LADE, integrado por Jeremy Gordon Smilh, su hermano Martyn James y otros jóvenes conocidos por sus actividades antiargentinas.
Esa madrugada la oficina fue asaltada y se produjo un nuevo incidente.

El domingo 21 a las 08:00 horas zarpó el Endurance, previo aviso a la población mediante un toque de sirena prolongado. Ya se rumoreaba que el buque se dirigía a las Georgias del Sur y que habían sido embarcados marines con algún armamento y otros efectos.

En el hotel "Upland Goose", su dueño Desmond King comentó que en el Endurance habían embarcado 21 marines al mando del Teniente Keith Mills. Asimismo, habían desembarcado 10 tripulantes del buque, entre los cuales curiosamente estaba el Commander Francis Ponsonby del Ministerio de Defensa de Londres.

Ese mismo día, a las 09:00 horas arribó el transporte ARA Isla de los Estados al mando del Capitán de Ultramar Tulio Panigadi, al que fui a recibir y que amarró al muelle este.
Alrededor del mediodía nos encontrábamos almorzando a bordo del buque, cuando se presentó el Jefe de Policía Sr. Lamb, quien pidió al Capitán Panigadi la lista de tripulantes y en mi presencia la verificó. Este procedimiento no era habitual, por lo que estimé que estaría siguiendo las directivas del Gobernador.
Sugerí entonces al Capitán que lo invitara a almorzar. Lamb empezó a relatar sus experiencias cuando sirvió en Gibraltar, y como todos los ingleses en general, al querer congraciarse con nosotros, confundía lo español con lo argentino. En esos momentos embarcó el Vicecomodoro Gamen, quién dirigiéndose al Sr. Lamb le manifestó que había sido forzada la puerta de la oficina de LADE, habían colocado una bandera británica sobre la argentina y escrito leyendas agraviantes en su escritorio.

Concurrí con Gamen y Lamb hacia la oficina, donde pude observar que sobre el escritorio habían escrito en inglés "Tit for tat you buggers" mensaje ofensivo que equivale a "Diente por diente..." y colocado una andrajosa bandera británica sobre el pabellón argentino. El Jefe de Policía manifestó: "Debe ser en represalia por el desembarco en las islas Georgias del Sur".

Cuando regresaba de la oficina de LADE observé salir de la casa del Obispo Anglicano Rev. H. Bagnall a los integrantes del Comité, oportunidad en que varios de sus integrantes, conocidos míos, se sintieron algo turbados al verme, evitando tomar contacto conmigo, lo que me extrañó.

Posteriormente en el Hotel trascendió que en dicha reunión los integrantes del Comité habían redactado un mensaje para el Comodoro Brian Frow en Londres; deformando los sucesos intencionalmente, denunciando que los obreros desembarcados en Leith habían disparado sus armas indiscriminadamente, cometido actos de saqueo y destrucción de símbolos británicos. Solicitaban, en base a esta información inventada, que activase el Lobby Malvinense en Londres y que se efectuaran reclamos al Gobierno Conservador en ambas Cámaras.

Ese mismo día 21 a las 20:00 horas, por el sistema de radio domiciliario de Puerto Argentino, habló el Gobernador, quién expresó entre otros términos:
A) Que gente de Davidoff había desembarcado el día de ayer (19 de marzo) en Leith, Georgias del Sur.
B) Que la dotación de la Base Grytviken del British Antartic Survey se enteró al escuchar disparos de armas de fuego.
C) Que al concurrir a bordo, el funcionario británico fue invitado a comer carne de reno cazado por los argentinos.
D) Que además de la permanencia ilegal en la zona, habrían transgredido la prohibición de traer armas de fuego y matar renos.
E) Que le había dado 24 horas de plazo al Bahía Buen Suceso para reembarcar personal, material y retirarse de la zona.
F) Que había ordenado al Comandante del HMS Endurance, Capitán Nick Barker, que comprobara el cumplimiento de esa orden.
G) Que había informado todo a la Embajada Inglesa en Buenos Aires y a Londres, quienes habían aprobado todo lo actuado.

Esa misma noche fui interrogado por varios isleños sobre los sucesos, manifestando mi extrañeza por la reacción del Gobernador Hunt, ya que se trataba solamente de una actividad comercial privada.
Esa noche algunos habitantes amigos, comentando los hechos vinculados al Buen Suceso, me manifestaron que los mismos no tenían importancia y que los borrachos del hotel Rosh (por referencia al pub de propiedad de Velma Malcolm, presidente del Comité) intentaban magnificar los sucesos para provocar una reacción del Gobierno Conservador contra la Argentina, lo que ayudaba a consolidar su posición de intransigencia hacia nuestro país.

El lunes 22 de marzo, en Puerto Argentino no se hablaba de otra cosa que de los últimos acontecimientos. Como novedad los activistas del Comité comentaban que se había izado el pabellón argentino en Leith y entonado el Himno. Hacia la tarde se difundió la noticia de que el Bahía Buen Suceso había zarpado alejándose de la zona, pero no se confirmó el reemplazo total o parcial de material y personal.

Tuve varias reuniones con integrantes del Comité, con Monseñor y con miembros del Gobierno, tratando en todo momento de restarle importancia al asunto y transmitiendo mi impresión que la reacción del Gobernador, al mandar un buque de guerra con tropa militar, parecía desmedida.

El martes 23 zarpó el ARA Isla de los Estados con su valiente Capitán Panigadi y sus esforzados "gallegos", sin tener idea del trágico fin que tendrían el 10 de mayo, al ser cañoneados a quemarropa y hundidos por la fragata HMS Alacrity en el Estrecho de San Carlos.

El martes 23 a las 15:30 horas arribó el vuelo normal de LADE. Habitualmente el avión pernoctaba en Puerto Argentino y al otro día por la mañana decolaba; pero en esta oportunidad, dado el actual estado de efervescencia que se vivía entre la población y para evitar la posibilidad de nuevos atentados, el aparato saldría esa misma tarde.

El gobierno colonial solicitó a las autoridades de LADE que se reviera la anticipación de salida, ya que tenía pasajeros importantes para viajar, que aún no estaban listos.
Luego de intensas negociaciones se accedió a lo solicitado, pero con la condición que se apostara una guardia militar integrada por "marines" para controlar la seguridad del avión argentino. Así se hizo y un grupo de soldados se destacó al aeropuerto para materializar la custodia del aparato.
A 20:00 horas el Gobernador utilizó nuevamente el sistema de radio domiciliario para actualizar la situación a la población. Manifestó que le parecía "absurdo y ridículo" pretender pensar que alguien de la población pudiese atentar contra el único medio de comunicación existente en las Islas.

Regresando al continente

Ese mismo día 23 de marzo a las 21:00 horas en el Hotel se dió una recepción ofrecida por el Gobernador a Lord Buxton y Sra. que regresaban a Londres. Al entrar al mismo me encontré con Lord Buxton, Hunt y sus señoras. Me saludaron los cuatro y conversé con el matrimonio Buxton protocolarmente.
Hunt, en cambio, con cierta agresividad y aparentando estar muy molesto por la custodia que se vió obligado a establecer alrededor del avión, me expresó. "No tenga temor Capitán Gaffoglio por su regreso mañana a la Argentina, pues los marines cuidarán el avión toda la noche".

El miércoles 24 de marzo a las 06:00 horas concurrí al aeropuerto donde estaba el grupo de marines apostados de guardia. Posteriormente llegaron los científicos alemanes e ingleses desembarcados del Endurance.
Allí en la estación aérea estaba la representante del Servicio Antártico Británico Miriam Booth, que efectuaba las tramitaciones para el embarque de los científicos. Le pregunté entonces si el Endurance se dirigía hacia las Georgias, y me contestó mintiéndome: "El Endurance se quedó patrullando alrededor del archipiélago". En esos momentos Mills y su gente ya estaban en Grytviken y Booth lo sabía.

En ese vuelo embarcó también Cecilia Gooch residente que iba a operarse a Comodoro Rivadavia y finalmente, embarcaron Lord Buxton y señora que regresaban a Londres.
El Gobernador Hunt los despidió, luego de lo cual volví a conversar con él. Me preguntó dónde estaba el transporte Isla de los Estados y cuando pensaba volver, le contesté que el buque se encontraba en el continente y que probablemente regresaría en mayo. Ni él, ni yo, pudimos imaginar, que una semana después nos volveríamos a ver, pero en muy distintas condiciones.

Preparando el desembarco

Arribé a Buenos Aires a las 15:00 horas, donde se me ordenó hacer un informe de la situación imperante en Malvinas, lo que concreté a última hora de esa noche, ya que los sucesos de las Georgias estaban afectando profundamente a nuestro país.

Al otro día la orden fue más sorpresiva, debía presentarme urgente en Puerto Belgrano al señor Almirante Lombardo. El viernes 26 a las 08:00 horas cumplimenté lo ordenado y luego me presenté al Sr. Almirante Allara. En ese momento tuve la confirmación: debía embarcarme con los efectivos que irían a recuperar las islas Malvinas del invasor británico, y ya tenía asignado el cargo; sería el Jefe del Apostadero Naval Malvinas.

Ese día trabajé con el señor Capitán de Navío Bonzo a bordo del Crucero "General Belgrano", en la redacción y confección del Anexo "Apostadero Naval Malvinas" a la Orden de Operaciones; y en el Batallón de Infantería de Marina Nº 2 con el Capitán de Navío Pita, en el análisis de los objetivos en Malvinas.

Poco después el Almirante Büsser, que supervisaba personalmente todos los preparativos de los Comandos e Infantes de Marina, llamó al Oficial de Guardia del Estado Mayor y ordenó la remisión urgente de todo el material de fotografías, películas y demás datos, que yo podía proporcionar por mi experiencia de 3 años en Malvinas.

De la dotación del Crucero ARA "General Belgrano" provino la mayoría de los Oficiales de la Plana Mayor y dotación del futuro Apostadero Naval Malvinas, que me fue asignado. A este personal lo reuní a bordo del buque y le informé que estaban designados para ejecutar una misión que por razones de sigilo no podía detallar, pero que debían llevar equipo como para operar en zona fría.

Ese día 28 a las 18:00 horas zarpamos a bordo del Rompehielos Almirante Irízar hacia Malvinas.
Durante el embarco, a requerimiento del Comandante de la IX Brigada, General Daher, efectué exposiciones y asesoramiento sobre el tema a su Plana Mayor.
Aparte de las reuniones a bordo, el martes 30 de marzo en un helicóptero Sea King me trasladé a bordo del ARA Santísima Trinidad, conjuntamente con el General Daher.
A bordo; en una reunión que presidió el Comandante del V Cuerpo de Ejército y Comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, General de División García, y de la cual participaron el Almirante Allara, el General Daher, el Coronel Solís y yo; se redactaron y aprobaron los comunicados Nº 1, 2, 3 y 4 destinados a la población malvinense y se dieron las directivas iniciales a poner en práctica a partir del desembarco.

Como yo conocía personalmente al Gobernador Hunt, el General García me ordenó que desembarcara de uniforme naval a fin de entrevistarlo y transmitirle las directivas y órdenes emanadas del gobierno argentino.

También en el mismo buque expuse ante los Comandos Anfibios, tratando de satisfacer las dudas que me presentaron sobre accidentes del terreno, ubicación de objetivos militares y demás datos sobre los emplazamientos británicos en Puerto Argentino.
Posteriormente, el Capitán de Corbeta Giacchino leyó varias órdenes a su personal, entre ellas una muy severa referida al respeto de las personas y bienes de los habitantes de las Islas.
En la Cámara, el General García con el Almirante Allara presenciaron posteriormente una explicación sobre los objetivos que cada grupo de Comandos debía alcanzar.

El 31 de marzo las condiciones del mar iban empeorando y se transformaron en un fuerte temporal del sudoeste, lo que obligó a postergar el día "D" del 1º al 2 de abril e imposibilitó que volara en helicóptero al buque de desembarco San Antonio. Como consecuencia de las condiciones del mar, el San Antonio que rolaba mucho, había reducido su velocidad a 3 nudos y mostraba cada tanto su casco, haciéndonos temer por su integridad y por la del contingente de Infantería de Marina y Comandos de Ejército que se encontraban embarcados a la orden del Alte. Büsser.
Nuestro buque, el rompehielos, para no salir de la formación, redujo también su velocidad por debajo de los 7 nudos, lo que dejó fuera de servicio el sistema de antirolido giroscópico y se unió a las demás unidades en una danza infernal de rolidos y cabeceos.

Hacia mediodía se cambió el rumbo, ya directamente hacia Malvinas. Cuando la disposición terminó de caer al rumbo ordenado, le comenté al Comandante Capitán Barquin: "en este momento el satélite norteamericano nos está fotografiando, dentro de algunos minutos los ingleses tendrán la certeza de que vamos hacia Malvinas, esperemos que no tengan un submarino en las cercanías". Afortunadamente, o no lo tenían o decidieron no actuar.
Esa misma noche como consecuencia del temporal se destrozó el helicóptero Puma del Ejército Argentino con el cual, conjuntamente con el General Daher debíamos trasladarnos a la casa del Gobernador Británico el día "D".

El 1º de abril, víspera del desembarco, estábamos ya a corta distancia de las Islas. Por la noche brindamos por el éxito. Escuché cómo a las 20:00 horas el Gobernador Hunt se dirigía por radio a la población informándole que "se iba a producir un ataque por parte de la Argentina pero que no tuviesen temor ya que los marines las iban a defender".
Cuando escuché eso, pensé de inmediato en que se había perdido la sorpresa y en el riesgo que correrían los comandos, si los británicos nos estaban esperando. Avisé al Comandante del Rompehielos, y le pedí alertara al Santísima Trinidad y a los Comandos acerca de la situación de apresto de los británicos.

La reconquista de las Malvinas

A las 04:00 horas del 2 de abril, los Comandos informaron "Punto Charlie" tomado y que sólo 2 marines se encontraban en el Cuartel, los cuales se escaparon a los cerros. Vino luego la autorización para decolar y en el primer vuelo de helicóptero salimos rumbo al aeropuerto.

Al aterrizar, estaban desembarcando los vehículos anfibios blindados. La pista estaba obstruida por tractores y rápidamente subimos con un grupo de infantes a un vehículo anfibio, y la columna inició la marcha hasta detenerse frente a la planta transmisora de Cable & Wireless, debido a que el primer vehículo, el Nº 7, estaba siendo batido con fuego de ametralladora a la entrada de la ciudad. Pudimos ver nítidamente el combate, que finalizó con la huida de los ingleses no bien empezó a disparar el cañón del vehículo.

En ese momento se pidió por radio que se destacara el VAO de Sanidad ya que el Capitán Giacchino, el Teniente García Quiroga y el Cabo Urbina habían sido heridos, pero lamentablemente el citado vehículo se había atascado en una turbera y no podía concurrir.
 

Foto de Carlos A. C. Büsser, Oscar A. Monnereau y Adolfo A. Gaffoglio, el 2 de abril de 1982 en Puerto Argentino (Islas Malvinas) - Fuente: Adolfo Gaffoglio
El Alte. Büsser, el Cap. Monnereau y el Cap. Gaffoglio, el 2 de abril de 1982 en Puerto Argentino - Isla Soledad
Fuente: Adolfo Gaffoglio

Solicité entonces autorización al Capitán Pita, para trasladarme hasta el lugar del combate con el médico en una Land Rover civil que pudimos poner en marcha. Fui autorizado y nos trasladamos entonces tras el VAO del Almirante Büsser, pasando frente al edificio de la ex estación ionosférica que mostraba los impactos del cañón del VAO.
No tuvimos ninguna oposición en nuestro desplazamiento por la ciudad que estaba totalmente desierta; sólo al pasar frente al muelle de la gobernación, donde estaba amarrado el buque de patrulla Forrest, advertí varios "marines" que huían pero no nos atacaron.

Al llegar a la entrada de la casa del Gobernador alcancé a ver un camión y dos Land Rover de los marines estacionados, y a nuestros comandos que rodeaban la casa. Luego de unos minutos los británicos empezaron a salir con las manos en cruz y nuestros hombres los iban desarmando, luego de lo cual se colocaban boca abajo al costado del camino.
Saludé al Alte. Büsser quien personalmente supervisaba la rendición y escuché cómo alguien le decía al Almirante "Señor, mire cómo tienen a los ingleses boca abajo", por lo que expresó en voz alta dirigiéndose a los comandos: "traten correctamente a esa gente (los británicos) que han peleado como buenos soldados".

Cuatro periodistas ingleses que habían viajado misteriosamente a Malvinas en esos días, y uno argentino, pudieron trabajar con total libertad, tomando fotografías mezclados con la tropa. Uno de ellos; el británico Simón Winchester le preguntó algo al Almirante, quién le manifestó "Espero que cuando publiquen esto digan toda la verdad".
Posteriormente dirigiéndose al Mayor Norman le dijo "Lo siento, es la guerra", luego de ordenar que a los prisioneros se les permitiera ponerse de pie.
 

Foto del Cap. Gaffoglio el 2 de abril de 1982 en la Casa de Gobierno (Puerto Argentino) - Fuente: Rafael Wollmann
La rendición de los británicos en la Casa de Gobierno,
con la presencia del Cap. Gaffoglio (de traje azul)
Fuente: Rafael Wollmann

Un isleño, empleado de Cable & Wireless, K. Summers se encontraba entre los ingleses prisioneros, con uniforme de combate. Lo interrogué sobre su presencia allí y me dijo que integraba el Cuerpo de Defensa de las Islas y me entregó la llave de su escritorio, del cual retiré armamento y munición.
También entre los prisioneros advertí al Suboficial Andrew D. Vind del Endurance, quién había sido desembarcado de la unidad cuando ésta se destacó a Georgias y engrosó el número de defensores británicos.

En esos momentos Stewart, el presidente de Cable & Wireless, me preguntó si podía poner nuevamente en servicio la Planta Transmisora a lo que le dije que esperara que iba a consultar y le pregunté al Capitán Pita quién dió su consentimiento, por lo que penetré a la Estación con un Suboficial y lo dejé apostado para que vigilara las maniobras de puesta en servicio.

Entré luego a la casa del Gobernador, donde existía un total desorden producido por alimentos, equipos y latas de cerveza vacías dejadas por los británicos y esparcidas por doquier.
El ex Gobernador Hunt, muy pálido y desaseado, estaba sentado detrás de un escritorio, recuperando su estado de ánimo ante la evidencia del buen trato que se le otorgaba.

Salí de la casa y examiné los vehículos británicos a ver cuál estaba en condiciones de ser usado. Escogí uno, retirando previamente granadas y munición esparcidos en los asientos, y me dirigí al puerto para reunirme con el personal del Apostadero Naval Malvinas que había llegado en otros vuelos de helicópteros y que se encontraba agrupado frente a la Compañía.

Recorrí entonces con mi gente nuestra futura jurisdicción, hasta detenernos frente al mástil de la Compañía, hice formar al personal y arriamos la bandera británica izando por primera vez la argentina del Apostadero Naval Malvinas que flamearía luego ininterrumpidamente hasta el 16 de junio de 1982.

Posteriormente efectué similar ceremonia, cambio del pabellón británico por el blanquiceleste, en el buque de patrulla Forrest, el de la Compañía Monsunen y el remolcador Lívely.
Tomé entonces posesión de las instalaciones de la Falkland Islands Company (FIC) y alrededores de acuerdo con lo previsto en la Orden de Operaciones.
En ese momento vi llegar tres policías, siendo uno de ellos el anglochileno Robert Peart, Jefe de la Oficina de Navegación de la FIC, declarado enemigo nuestro y de los buques de Transportes Navales, por lo que dirigiéndome a un Guardiamarina de IM cercano le ordené que le pasara revista de armas, luego de lo cual los interrogué contestándome que habían prestado servicio como "Policías Voluntarios", durante el combate y regresaban a sus casas, por lo que los dejé en libertad.

De allí, me dirigí en el Land Rover hacia la Gobernación y estando cerca de la misma me hizo señas el Capitán Pita de que parara y me pidió que trasladara al Brigadier Castellanos al aeropuerto a fin de solucionar un problema.

Además, me pidieron si podía llevar al aeropuerto al Cabo Urbina que estaba herido. Fui entonces al Hospital, donde al lado del cuerpo del Capitán Giacchino se encontraba en otra camilla el Cabo Urbina al que le estaban suministrando plasma.
Al lado del Capitán Giacchino, varios de sus hombres derramaban lágrimas de soldados por la pérdida de su valiente jefe y camarada.

Noté entonces la presencia de los médicos Hilary y Daniel Haines, éste último Director del Hospital local "King Edward's Memorial" conocido por su discreta competencia profesional y sus sentimientos antiargentinos, a los que reclamé las llaves de la ambulancia que sabía estaba guardada, ya que temí que la salud del Cabo podría sufrir con el traslado en un vehículo no apropiado.
Después de algunos conciliábulos y para no demorar más el viaje, cargué el cuerpo sin vida del Capitán Giacchino en mi vehículo mientras que en otro me seguían con el Cabo Urbina. Uno de los Suboficiales del Capitán Giacchino que había combatido al lado de su Jefe me acompañó llorando desconsoladamente durante todo el trayecto hasta el aeropuerto. Además trasladé al Brigadier Castellanos, que debía llegar al aeropuerto, donde lo requerían urgente.

Conduje la caravana hasta el aeropuerto, y al llegar entregué el cadáver y el herido a un avión Electra que ya había aterrizado y volví solo hacia la Gobernación, donde le pedí al Almirante Büsser si podíamos recorrer todo el sector de enfrente que, según la Orden de Operaciones, estaría bajo mi jurisdicción.

Accedió y con él llegamos al Cuartel de Moody Brook, donde dudamos antes de pasar por un puente de madera porque, como había cables que colgaban, temimos estuviera minado. El Almirante Büsser bajó y me guió para cruzarlo, luego reiniciamos la marcha y nos dirigimos hacia el muelle de combustible donde revisamos las instalaciones.

En Punta Armada encontramos intactos el armamento que un grupo de marines, apostados allí para batir con lanzacohetes al San Antonio, había dejado abandonado sin cumplir su cometido. El grupo comandado por el Cabo Stefan York estuvo deambulando en su huida por el campo, hasta que se entregaron dos días después. El armamento abandonado consistía en lanzacohetes, una radio, ametralladoras y fusiles con mira telescópica, todos ellos intactos y que fueron entregados a nuestros efectivos. Posteriormente a la retirada de los Infantes el 3 de abril, volví a encontrar más armamento intacto abandonado en ese sector.
Asimismo se procedió a desarmar un artefacto con explosivos que había en el muelle.

Finalizada la inspección volvimos a la ciudad, y concurrí al Cuartel del Cuerpo de Defensa de las Islas (FIDF), retirando los registros de instrucción de artillería e infantería, los que conjuntamente con documentación clasificada fue enviada a Buenos Aires.

Durante la tarde me encontraba hablando con el Gral. Daher en el Town Hall, cuando entró el Mayor Dowling expresando que el ex Gobernador Hunt solicitaba autorización para despedirse de algunos pobladores. Se accedió a su pedido. Posteriormente, volvió el Mayor requiriendo nueva autorización para que el Gobernador pudiera vestirse con el traje de gala colonial y luego trasladarse al aeropuerto conducido por su chofer, Sr. Bonner, en el taxi londinense que se usaba como coche oficial. También se decidió acceder al pedido del Sr. Hunt.
A los pocos minutos de sucedida una tercera intervención motivada por un pedido superfluo, el Gral. Daher vió su paciencia alterada frente a una cuarta interrupción; muy fastidiado, el Gral. ordenó que el ex Gobernador se dejara de peticiones triviales y se fuera, con todos sus efectos personales, de una buena vez. Finalmente el Gobernador Hunt abandonó las islas no sin antes volver a insistir sobre la suerte de su avión personal y especificar los cuidados que había que brindarle al aparato.

Luego con mi gente recorrimos el muelle y elegimos los galpones para alojamiento.
En el camino encontré al anglochileno Joe Booths quién expresó que ya presentía la invasión desde hacía una semana. Finalmente, a pesar de todos los eventos del día, que lo habían convertido en histórico, observé que no tenía sueño ni estaba cansado. Regresé al Puerto, cené la ración de combate con mi gente y nos acostamos en bolsas de dormir.
 

Foto de Jorge A. Luna, Carlos H. Salle, Oscar D. Peralta y otro integrante del Apostadero Naval Malvinas montando guerdia en la zona portuaria de Puerto Argentino, tras la reconquista de las islas - Fuente: Zona Militar
Jorge A. Luna, Carlos H. Salle y otros integrantes del Apostadero Naval Malvinas
custodiando la zona del Muelle Este de Puerto Argentino (abril de 1982)
Fuente: Zona Militar

El sábado 3 fue un día muy activo. Recibí y guardé armamento y munición británica que posteriormente transferí al San Antonio. Requisé todas las embarcaciones menores y de porte. Tomé posesión del hangar de hidroaviones con los dos Beaver. Subí a bordo del buque británico Forrest y conversé con su capitán, Jack Sollis, dándole todas las salvaguardias a él y a su dotación sobre cobro de sueldo y operación del buque. Me prometió colaborar. Luego, a bordo del buque de la Compañía "Monsunen", conversé con su capitán, Betts, y les aseguré la misma salvaguardia, ya que este buque era imprescindible para traer ovejas para consumo y llevar alimentos a los establecimientos.

Luego en la Falkland Islands Company, tuvimos una reunión con la Plana Mayor en la que les informé que a partir de ese momento la Compañía estaba bajo mi jurisdicción y les di amplias garantías para que siguiera operando. Les ordené que el Supermercado "West Store" debía seguir trabajando y que cualquier problema con personal militar me lo hicieran saber. Se comprometieron a continuar con el expendio normal de gas-oil para calefacción y vehículos de la población y militares. Las instalaciones de la FIC resultaron de mucha utilidad a nuestras operaciones durante los meses siguientes y sus dirigentes colaboraron con sorpresiva dedicación con nosotros durante la guerra, pese a su condición de británicos.

Posteriormente tomé posesión del local de la Falkland Islands Goverment Air Service (FIGAS) e instalé allá una Estación Sanitaria. Finalmente establecí puestos de guardia en toda la jurisdicción y hangar de los Beavers y procedí a tomar posesión del Faro Cabo San Felipe.

A las 15:00 horas tomó puerto el San Antonio. El Capitán Pita ordenó desembarcar y proveerme una cocina de campaña, una camioneta y me entregó las órdenes por la que se me subordinaba una agrupación de combate integrada por el Teniente de Corbeta I. M. Gazzolo y 30 Infantes, a fin de asegurar la defensa del Apostadero, y otras agrupaciones de combate a cargo del Teniente de Corbeta Buzo Táctico Safi y 10 Comandos, para patrullar el espejo de agua de la bahía y proteger los buques surtos.

A las 18:00 horas, una vez reembarcados los infantes de marina en el San Antonio, los integrantes del Apostadero Naval Malvinas formamos para despedir a nuestros camaradas. Todos tuvimos una sensación de tristeza, al ver alejarse a los esforzados infantes y comandos que regresaban después de cumplir su misión.