Sección históricaEl ARA Bahía Buen Suceso en el Apostadero Naval MalvinasLos días finales del Apostadero Naval Malvinas
Además, en esos días se implementó un servicio de descanso rotativo para los soldados de la Infantería de Marina, en el cual el personal de primera línea era replegado por fracciones durante una jornada, para recuperarse física y anímicamente en el Apostadero. El 12 de junio, se dispuso preparar el Apostadero para alojar a los heridos que derivaría el Hospital Militar, que se estaba colmando como consecuencia de los combates en curso. Para tal fín, se habilitó una carpintería incluida entre las dependencias del Apostadero; desmontando sus máquinas, despejando los materiales esparcidos en su galpón y construyendo numerosas camas y camillas de madera para los pacientes a ser atendidos. Posteriormente, tras la retirada de las tropas argentinas hacia Puerto Argentino en la jornada del 14 de junio de 1982, todo el personal correspondiente se reunió en la zona del Apostadero Naval Malvinas. Pese a su cansancio y tristeza, la reducida dotación del Apostadero rápidamente se ocupó de todo lo concerniente con la provisión de alimentos, la atención de los heridos, el apoyo a las maniobras de muelle, el control del acceso y el mantenimiento del orden; desarrollando una labor ciclópea dada la masiva concentración de personal en un área tan pequeña. Entre las unidades replegadas tras el combate, es de destacar el arribo de los restos del Batallón de Infantería de Marina 5 al Apostadero; a paso firme, con su armamento portátil y en perfecto orden al mando de sus jefes y oficiales. En esa ocasión, el capitán Robacio realizó una emocionante arenga, que reflejaba su orgullo por la actuación de esa valerosa unidad bajo su comando. Los hombres del Batallón 5 quedaron alojados en el Apostadero Naval hasta el 16 de junio, cuando el personal de ambas unidades debió abandonar la localidad y dirigirse hacia la zona del Aeropuerto, hasta ser evacuado hacia el continente. A mitad de camino, los soldados tuvieron que entregar su armamento individual, a excepción de los oficiales que conservaron sus pistolas reglamentarias, en virtud de lo acordado con los británicos. Al llegar al Aeropuerto, bajo la vigilancia de los helicópteros enemigos, las tropas argentinas se encontraron con un escenario en ruinas por el prolongado bombardeo recibido, que ofrecía notables carencias para alojarse. A las 15:00 se presentaron tres funcionarios de la Cruz Roja Internacional en la zona del Aeropuerto. El Jefe del Apostadero, en su carácter de oficial mas antiguo presente, les puntualizó que había personal herido, que no había agua para los miles de hombres allí destinados y que era imprescindible traer carpas para preservarse del frío. Sorprendentemente, estas peticiones del capitán Gaffoglio no tuvieron eco alguno en los funcionarios de la Cruz Roja. Pese a la adversidad, y en medio del caos reinante en la zona, el personal del Apostadero afrontó la situación perfectamente organizado bajo sus mandos naturales. Entonces, con encomiable espíritu se utilizaron todos los elementos disponibles para proveer reparo al personal contra el duro clima del invierno malvinense. Para tal fín, se desmontaron las planchas de aluminio de la pista aérea para construir distintos tipos de refugios improvisados. |